Hoy nos parecería una idea muy loca y casi inimaginable, pero el concepto que tenemos de puestos de trabajo solo existe desde hace menos de 200 años, un periodo que puede parecer mucho, pero es nada en la historia de la humanidad.
Fue hace solo dos siglos que la revolución industrial nos llevó de las granjas y el trabajo artesanal a los "empleos" en la fábrica.
Cambió completamente nuestra vida diaria y nuestra forma de direccionarla.
Tener un empleo pasó a ser nuestro objetivo básico primordial y la forma más tradicional y respetada de ganarse la vida, tanto es así que cambiamos hasta nuestra manera de ver a los otros dando más importancia a la empresa donde trabajaban que a lo que hacían.
Pasamos de ser la persona conocida y respetada que hacía algo a ser uno más de los anónimos que trabajaban en la empresa que hacía algo, y este no es un tema menor.
Esta es una de las razones por las cuales las crisis son tan agudas y nos afectan a muchos.
Hemos socializado los problemas, y no para resolverlos sino para sufrirlos.
Y en las crisis, una de las cosas que se pierden son los empleos.
Pero como todo en la vida es circular, justamente esas crisis hacen aparecer de nuevo a la persona que hace las cosas.
Arreglamos más, en lugar de cambiar lo que no anda, y por lo tanto le damos trabajo a los que saben algún oficio.
Muchos volvimos a comprar alimentos preparados en casa con lo que le damos trabajo a quienes cocinan para otros y así ganar su sustento.
Y ni hablar de las maravillas que encontramos salidas de manos de artesanos con las cuales adornamos nuestros hogares, o nos vestimos.
Y a estas economías que podemos llamar “de barrio”, le tenemos que sumar un movimiento cada vez más grande, el de los microemprendimientos.
Esos emprendedores que tuvieron una idea, saben hacer alguna cosa que pocos o ninguno hacen y que quizás nunca lleguen a ser una gran empresa, pero que obtienen el sustento para ellos y sus familias, y hasta el de algún amigo que ayuda.
A veces, las políticas olvidan a estos grupos, y es un grave error, porque son muy importantes, tanto así que muchos países de Europa se han levantado de la guerra con ellos.
Emprender no es fácil, requiere de valentía, temple, persistencia, paciencia y una enorme sabiduría que se basa en aprender de los errores.
Nada está dado, todo debe hacerse y no hay nadie que resuelva por ellos, pero ellos se hacen cargo y eso es un valor inapreciable.
Por eso, cuando veas que hay alguien que no tiene un empleo en una empresa, pero está haciendo cosas para vivir, ayúdalo, es una forma de crear riqueza para un país, cuando el concierto político no lo hace.
Y a los emprendedores, solo una consigna: sigan persiguiendo su sueño, pero vayan más allá.
Pónganle una fecha para cumplirlo, porque al ponerle una fecha, se transforma en una meta.
Dividan esa meta en pasos porque al hacerlo se transforma en un plan.
Y una vez que tengan el plan, conviértanlo en acciones porque así se transformará en una realidad.
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