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Foto del escritorDaniel Sachi

¿Quién dijo que la frustración es mala?



“Aunque nadie puede regresar y comenzar de nuevo, cualquiera puede comenzar desde ahora y hacer un nuevo final”


Esta frase fue adjudicada en distintos momentos a varios como Zig Ziglar, Carl Bard, James R. Sherman, Barrie M. Tritie, Dennis Reinhart, Maria Robinson, y Jessie Jones. Incluso algunos dicen que es el lema de batalla del equipo de fútbol americano Las Águilas de Philadelphia.


Y es una hermosa frase porque da esperanza, ve el lado positivo de un problema y nos hace pensar que hay un mejor futuro.


Como es sabido, todas las emociones humana generan una cierta cantidad de energía.


Por ejemplo, si nos sentimos felices, tenemos energía natural y podemos realizar casi todas las tareas, incluidas las que ni siquiera nos gusta hacer, en un estado relajado.


Si nos sentimos tristes, solemos retraernos, tenemos baja energía, estamos tensos y dejamos de hacer incluso aquello que usualmente nos da gusto.


¿Pero qué pasa con la frustración?


Frustración es una palabra que comúnmente se asocia con sentimientos de impotencia y, muchas veces ira y por increíble que parezca, la energía que esto genera supera a las anteriores.


La frustración muchas veces es como una patada en el trasero, no es para nada agradable, pero nos lanza hacia adelante.


Es una especie de motor que hace que sintamos la necesidad de cambiar esa realidad que no nos gusta, de mover las cosas y trabajar en busca de un resultado diferente.


Esa ira y rabia bien dirigidas generan muy buenos resultados, pero lo difícil es justamente que estén bien dirigidas.

Nuestra humanidad en esto nos juega malas pasadas.


Buscamos revancha, necesitamos a quien pegarle, pero usualmente nos enfocamos en alguien de afuera y no en nosotros mismos.


Necesitamos culpables porque eso disminuye la angustia y el sentimiento de fracaso, pero por supuesto, esto no nos conduce a nada bueno.


Siempre repito una y otra vez que no hay recetas mágicas porque cada persona es un mundo y lo que funciona para uno puede no hacerlo para otros, pero si me animo a tirar algunas ideas sobre el proceso a seguir cuando la frustración se hace presente:


  1. Despersonalicemos el problema, pensemos en qué pasó, y no en quién pudo tener a culpa

  2. Pongamos el foco en por qué pasó (causas) y no en las consecuencias

  3. Busquemos alternativas de solución para las causas

  4. Pongamos esas ganas de patear el mundo en alcanzar las soluciones más efectivas

Hagamos de la frustración un aliado y no un enemigo, que sea un par de alas en lugar de un ancla y que nos empuje a superarnos y no a vencer a un enemigo inexistente.


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