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¡Mírenme soy exitoso!

Foto del escritor: Daniel SachiDaniel Sachi


¿No sería genial si cuando nacemos, alguien nos entregara un libro de directrices titulado "Guía de la vida" para mostrarnos cómo vivir la nuestra?


En cambio, caminamos a tientas, tropezamos muchas veces, y vamos cometiendo muchos errores a través de nuestras vidas hacia nuestra desaparición final.


Si tenemos suerte, en algún momento del camino nos damos cuenta que debe haber más en la vida que lo que nos está tocando.

Entonces comenzamos nuestra búsqueda de significado, sin saber si lo encontraremos y cuándo lo haremos.


Si aún tenemos más suerte, nuestros padres, nuestros padrinos, algún otro familiar o amigo nos irán dando pistas y nos allanarán parte del camino, pero eso solo disminuirá el dolor, aunque raras veces lo eliminará del todo.


Bien, en las empresas, pasa lo mismo.


Si bien existen guías extraídas de empresas exitosas, esa es su historia, no la de nuestra empresa, por lo cual, quizás algunas cosas nos sirvan y otras sean definitivamente funestas.


Mercados diferentes, productos o servicios diferentes, diferentes situaciones de competencia y diferentes capacidades financieras, entre otras cosas, hacen que las recetas mágicas no sirvan, y que los consejos dados por consultores nos sirvan para disminuir los problemas que atravesaremos, pero no eliminarlos todos.


Entonces… ¿cuál es el camino?


Bueno, justamente, no hay recetas mágicas ni guías que seguidas paso a paso nos aseguren el éxito. Tendremos que andar y sufrir.


Quizás el mejor consejo es, claramente, no atarse ciegamente a guías o recetas, medir todo el tiempo la resultante de cada paso, aprender de nuestros errores documentándolos bien y analizando por qué los cometimos.


Debemos planificar nuestras acciones, pero no tomar el plan como una biblia apostando a la fe, sino como una sugerencia que revisaremos todo el tiempo para ver si vamos bien encaminados.


No podemos no trabajar con buenos asesores, porque no podemos ser expertos en todo, pero tampoco hacerles caso a rajatabla y luego echarles la culpa por los fracasos. Debemos revisar cada acción y ver los resultados de la misma.


Quizás, y solo quizás, así alcancemos el éxito, pero si no lo alcanzamos, si todo lo que probamos falla, no nos rindamos.


La opción de barajar y dar de nuevo, de comenzar nuevamente de cero, siempre es una opción valedera.


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