Cuando veo lo que pasa en algunas compañías cuando una crisis aparece, recuerdo una estrofa de una canción en la película hindi "Masoom":
“No estoy enojado contigo, vida. Solo perplejo y molesto.
Nunca pensé que, para vivir, uno tendría que manejar el dolor”.
Caras largas, desconcierto, peleas por nada, malas relaciones, corrillos de pasillo, desinformación, sospechas, acusaciones, clima laboral denso…
Y cuanto más exitosas hayan sido estas organizaciones, más profundamente suceden estas cosas.
En verdad, no estamos acostumbrados a manejar el dolor y las crisis causan mucho.
Pero… si la vida es un continuo de buenas y malas, de momentos de alegría y otros de tristeza, de éxitos y fracasos ¿Por qué nos pasa?
Bueno, quizás sea porque somos occidentales, con un criterio mucho más duro sobre las fallas en las organizaciones, donde es más importante en primera instancia (y a veces única), buscar al culpable que adaptarse a la situación o tratar de resolverla.
La visión de algunas culturas orientales sobre el karma o el destino hace a esta gente mucho más proclive a aceptar lo que pasa sin rasgarse las vestiduras y siguen adelante con lo que les toca.
Los occidentales en cambio, luchamos mucho por cambiar las cosas, lo que no es malo, pero lo hacemos incluso cuando en realidad no podemos hacer nada, y eso nos saca de eje, nos pone molestos, nos decepciona y desmotiva, generando climas laborales difíciles.
Esto ocurre tanto en grandes empresas como en pymes, y realmente no es productivo, y peor aún, una vez pasadas las crisis, las molestias generadas no se van fácilmente y los resquemores instalados siguen carcomiendo el entorno.
Las crisis existieron y seguirán existiendo cíclicamente, por lo cual, no es que hay que aceptar lo que venga sin hacer nada, hay que aceptarlo, pero manejando el dolor de manera de no dañar el valor de la organización y menos aún el capital humano.
Y hacerlo buscando soluciones y no culpables.
Lo recomendable es trabajar en las crisis mucho más cerca de la gente, apoyarse en los valores fundacionales, buscar las alternativas de solución involucrando a todos, y generar el espíritu de lucha con el concepto de “Nosotros contra la crisis” donde cada persona en la organización tenga participación en esa batalla.
Nuevamente, las crisis seguirán apareciendo, por lo cual es fundamental que las mismas no nos destruyan y podamos salir más o menos airosos de cada una, o al menos, que hayamos dado batalla sin desdibujarnos en el camino ni perder nuestra identidad, ni la unión como cuerpo que requiere cualquier organización.
Y cierro con un antiguo proverbio chino, que habla de la oportunidad que generan las crisis, a mi criterio, no por sí mismas sino para cambiar lo que no funciona bien.
"Todas las crisis encierran peligro y oportunidad.
Con independencia de la peligrosidad de la situación, en el corazón de cada crisis se esconde una gran oportunidad.
Abundantes beneficios esperan a quienes descubren el secreto de encontrar la oportunidad en la crisis.”
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