El otro día, escuchando mi biblioteca digital de temas antiguos, sonó “La canción lógica”, del álbum Breakfast in America de Supertramp (1979) y debo decir que me dejó pensando y mucho.
La letra decía algo así (y perdonen la traducción)
“Cuando era joven, parecía que la vida era tan maravillosa
Un milagro, hermoso, mágico
Y todos los pájaros en los árboles, cantaban tan felices
Alegremente, juguetonamente mirándome…
Pero luego me enviaron lejos para enseñarme a ser sensato
Lógico, responsable, práctico…
Y después me mostraron un mundo donde podía ser tan confiable
clínico, intelectual, cínico..."..
Esta canción cuestionó fuertemente la idea que obtenemos de la forma en que funciona el mundo y de lo que aprendemos en la escuela y la sociedad.
Si bien es cierto que todos nos beneficiamos de alguna forma de esta conformidad y de este conocimiento, hay algo que decir a favor de los líderes que van a contrapelo de lo aprendido y del estatus quo.
Alguien me dijo una vez que los verdaderos líderes, esos líderes de opinión que van por delante del resto, se sienten solos, pero esto solo puede darse en un estilo de liderazgo muy particular.
En general, toda la conformidad que requiere el lugar de trabajo hace que la gran mayoría de los lideres ceda a las normas organizacionales, pero hay algunos que rompen este paradigma y se animan a más.
Todos hemos visto las cosas fantásticas que las personas pueden lograr cuando la gerencia les otorga una licencia y las deja volar.
El mayor logro que he obtenido en mis años dirigiendo gente, fue a partir de capacitar a mis colaboradores para que tomen decisiones por sí mismos y se conviertan esencialmente en equipos de trabajo autodirigidos.
Esto claramente rompe el paradigma existente en muchas empresas, y es la parte más difícil de implementar cuando queremos llevar, por ejemplo, la agilidad a una organización.
El secreto (no tan secreto) es elogiar la innovación y los éxitos, permitir los errores y no condenarlos, empoderarlos, trabajar con ellos para obtener mejores resultados, escucharlos y aprender de ellos, y dejar que ellos creen su propia solución.
Creo firmemente que el éxito de los equipos tiene su origen en que cada uno de los miembros tome los objetivos como propios, y al estar empoderado, haga el esfuerzo para alcanzarlos como logro personal.
Quizás en cierto sentido la afirmación de que los verdaderos líderes se sienten solos, tenga razones de peso, pero si son buenos líderes y trabajan en equipo con su equipo, difícilmente esta sensación sea la que prime.
Los principios de liderazgo que fui aprendiendo en el camino se han quedado conmigo hasta el día de hoy, y la lección más importante que aprendí fue que, si confío en mi equipo lo suficiente como para dejarlos hacer su trabajo profesional, van a alcanzar un alto nivel de excelencia, y entonces estarán a la altura de cualquier desafío.
Por el contrario, si espero que mi equipo se equivoque para mostrarles que tengo razón o que soy el que sabe más, y comienzo a microgestionarlos, esto es una garantía de fracaso.
Tengo la total certeza que los colaboradores harán mejor su trabajo cuando se sientan empoderados, tengan libertad para tomar sus propias decisiones y sepan que su líder los respeta y apoya en cada paso del camino.
Por supuesto, para que esto funcione, las responsabilidades y expectativas deben estar claramente definidas, y debemos valorar mucho la asunción inteligente de riesgos, el trabajo en equipo, la mejora continua y la responsabilidad individual.
Veo, con demasiada frecuencia, que, en muchas culturas corporativas, los gerentes están más preocupados por lograr el reconocimiento personal, que por encontrar qué es lo mejor para la empresa o qué es lo mejor para sus equipos.
En lo profesional, dirigí varios equipos que hicieron conmigo la transición a este modelo y el mayor impacto visible fue que, equipos de bajo rendimiento que no podían cumplir con los objetivos o trabajar juntos, una vez que se empoderaron y tomaron los objetivos como propios, terminaron superándolos con creces.
Otra cosa que me funcionó muy bien fueron los proyectos staff, que eran generados por cualquier colaborador, con sus propias ideas, con la consigna que tenía que liderarlos, lo que fue un muy buen laboratorio para encontrar líderes y generar motivación.
Es por eso que siempre insto a cualquier líder a dedicar un poco de tiempo a la tutoría de su gente, desafiar los límites existentes, trabajar con ellos para explorar las posibilidades y hacerles saber que los respalda en caso de que todo esto produzca resultados no planificados.
Tratemos de eliminar las barreras y los cuellos de botella, seamos una red de seguridad y podremos ver cómo se produce el cambio de paradigma frente a nuestros ojos.
Es una pena que el medidor de gloria personal y el dirigir buscando la complacencia de los de arriba parecen ser la norma de muchos líderes en lugar de apoyarse en los miembros de su equipo, que son a quienes necesitan para tener éxito.
Creo sí, que algunos líderes están verdaderamente solos porque van lejos por delante del resto, sin embargo, esto no es una buena señal de liderazgo, porque no han hecho lo necesario y suficiente para que sus equipos los acompañen.
Un hombre sabio me dijo una vez, “deja que los empleados trabajen a los niveles que ven dentro de sí mismos, ya que los que se encuentran en una etapa temprana de sus carreras no saben lo que se supone que no deben saber o lo que no se espera que manejen y te llevarás grandes sorpresas”.
Si capacitamos a nuestros colaboradores para que alcancen su máximo potencial, quedaremos satisfechos con los resultados y muchas veces obtendremos una solución o un plan que supere nuestras expectativas, porque las personas que reciben la orientación adecuada y están preparadas para el éxito, es mucho más probable que lo alcancen.
Mi estilo de gestión es empoderar a mi equipo y dejarlos hacer, y esto muchas veces ha vuelto locos a mis pares y mis jefes, y me ha traído más de una seria discusión, especialmente cuando su estilo era todo lo contrario, es decir, se basaba en la microgestión, pero siempre pesaron los resultados a mi favor.
Nuevamente, no estoy de acuerdo en que los verdaderos líderes se sienten solos, y observo que los mejores construyen consenso en torno a buenas ideas y usan esencialmente el arte de vender, involucrando a otros y difundiendo el entusiasmo por las mismas.
Liderar no es adelantarse a la manada y dejarlos mordiendo el polvo, sino mantenerse a veces un poco por delante guiando, otras un poco por detrás cuidando la retaguardia y muchas mezclado entre ellos inspirándolos continuamente a seguir.
Por todo esto, nuevamente, la mayoría de las veces todo lo que necesita nuestra gente es que los dejemos hacer, los apoyemos en todo momento y sepamos cuando apartarnos del camino y no ser un obstáculo en su desempeño.
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