El riesgo es un fenómeno muy interesante.
En términos organizacionales, "riesgo" significa la probabilidad de que las cosas salgan mal y para tratarlo y darle magnitud, asignamos una probabilidad (alta, media o baja; puntos porcentuales; cuantiles estadísticos, escalas y otros) a varios posibles eventos que nos preocupan.
Pero, hay que tener en claro que el riesgo muchísimas veces es una formalización de nuestros miedos.
Consideramos como riesgosas las cosas a las cuales tememos, y de igual manera estamos menos preocupados, es decir, asociamos menos riesgos, a las cosas que no tememos.
Entonces, los miedos nos llevan a pensar en los riesgos, los riesgos nos conducen a los procesos que pueden verse afectados, y estos a las reuniones y diagramas para analizarlos, con la resultante de algún plan de mitigación y/o contingencia.
Hasta aquí, venimos bien, pero el problema es que miedo viene en dos sabores, a saber, racional e irracional y no es lo mismo actuar sobre unos y otros.
El miedo racional es saludable y útil, por ejemplo, los leones son peligrosos, el fuego quema, la última línea del balance en rojo es perniciosa y caerse duele.
Este es el miedo basado en buena información, ya sea adquirida a través de la evolución o aprendido a través del desarrollo cultural, individual o la experiencia.
El miedo irracional en cambio, es la fuente de prejuicios, fobias y reacciones instintivas.
cruzar debajo de una escalera trae mala suerte, usar una cinta roja en la muñeca protege contra la envidia y hacer una cruz de sal mirando al sudeste hace que no llueva.
El problema es que desde el interior ambos miedos parecen iguales.
La sensación de miedo a las arañas no es menos intensa o real para un aracnofóbico que la sensación de miedo a un león, ni la del fuego del infierno para un religioso fanático que la del incendio de su casa.
Aunque parezca extraño, en un nivel básico, existe mucho miedo irracional, especialmente en un contexto empresarial.
Si un producto se entrega tarde, en la mayoría de los casos, nadie morirá realmente, siquiera correrá el riesgo de lesionarse o pasar hambre, y en el peor de los casos, se puede obtener una sanción ligeramente crítica de nuestro cliente, sin embargo, se hacen ingentes esfuerzos para evitarlo.
Por el otro lado, me encuentro que, mucho personal crítico en las organizaciones no tiene previsto un reemplazo inmediato, como si esas personas fueran indemnes a las enfermedades o inmortales, pero no pensamos en esto como un riesgo, no le tememos conscientemente a este evento y quizás sea mucha más pernicioso que el anterior.
En la realidad, también estamos continuamente expuestos a riesgos que por desconocimiento no tememos que ocurran.
Nos enteramos que nuestros sistemas tienen una falla de vulnerabilidad cuando el proveedor de software nos envía el parche para corregirlo, o que nuestro auto tiene un defecto grave de fábrica, del cual solo tenemos noticia cuando nos llaman de la automotriz para cambiar la pieza (me pasó con el anclaje fallido de un cinturón de seguridad, del cual me enteré luego de accidentarme y que se cortara, pudiendo haberme matado).
Y mientras tanto andábamos tranquilos por la vida.
El miedo racional es bueno, evita que nos maten o que nos sucedan cosas graves, por lo que deberíamos aceptarlo y apreciarlo como un guardián de nuestro bienestar.
En cambio, el miedo irracional es solo un lastre, que demasiadas veces nos hace tomar malas decisiones.
Afortunadamente tenemos una estrategia para enfrentarlo, porque el miedo irracional proviene de la ignorancia, y, por lo tanto, podemos aprender cómo salir de él informándonos más y mejor, profundizando nuestros análisis y tomando la real dimensión de cada uno para ver si en verdad existe, o solo es producto de nuestra imaginación.
En las empresas bastará con abrir la mente y trabajar con los equipos y/o algún consultor para determinarlo.
En lo personal, lo más probable es que deban buscar la ayuda de un psicólogo...
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