La información sobre inteligencia artificial (IA) sigue inundando el mercado, los medios de comunicación, las redes sociales y la mayoría de los libretos de los vendedores de tecnología.
Sin duda alguna, este es un tema del cual necesitamos aprender e investigar más, sin embargo, puede ser bastante difícil analizar las exageraciones del mercado y las grandes promesas parecidas a argumentos de películas de ciencia ficción, para comprender exactamente cómo podemos aplicar la IA en soluciones prácticas, confiables, y a nuestro alcance.
Como casi cualquier avance tecnológico, la incorporación de IA en los procesos organizacionales requiere un liderazgo inteligente, un cuidado de los detalles e impactos, y una dirección eficaz para que esa incorporación realmente sea productiva.
La necesidad suprema en estas lides es equilibrar la estrategia con las tácticas, racionalizar la visión de futuro con la realidad actual, trabajar aprovechando las fortalezas y eliminar o minimizar las debilidades, para lograr nuestros objetivos.
Pero también debemos entender que las personas que trabajan en nuestras organizaciones son nuestros recursos más valiosos y no pueden estar fuera de la ecuación, ya que, de no incluirlos pueden ser un factor de riesgo importante para alcanzar los objetivos.
Para poder impulsar el éxito de cualquier implementación de IA, debemos optimizar nuestra fuerza laboral apalancando las fortalezas y reconociendo las debilidades inherentes para efectuar los refuerzos necesarios, y no perder de vista que más allá de la tecnología, existen seres humanos que requieren respeto y cuidado.
Hoy la tecnología es una parte integral de nuestras vidas y muchas de nuestras experiencias e interacciones humanas diarias involucran máquinas o dispositivos de algún tipo, por eso, debemos evaluar cómo podemos utilizar mejor las ventajas que nos puede brindar la IA para aumentar nuestra capacidad de comprender y mejorar el mundo que nos rodea.
Los avances realizados en el aprendizaje automático nos han permitido crear computadoras que pueden vernos, escucharnos y hablarnos de una manera muy humana, sin embargo, basta pensar en la experiencia que tenemos con los CHATBOTS de algunos servicios (robots de chat con respuesta automática) para darnos cuenta que la IA no resuelve todo y muchas veces hasta puede ser contraproducente dependiendo del nivel de enojo del interlocutor.
Por otro lado, podríamos estar inclinados a decir que estas computadoras son inteligentes en función de las tareas que realizan y la forma en que interactúan con nosotros mientras realizan esas tareas, pero, de hecho, las computadoras pueden aprender, comprender y evaluar el mundo en función de la información que nosotros les proporcionamos.
Es cierto que, si bien nosotros le proporcionamos los datos, ahora, las máquinas pueden aprender de los patrones y anomalías que encuentran en los ellos por sí mismas y que nuestras mentes humanas ni siquiera podrían encontrar de manera factible, debido al gran tamaño y las complejas relaciones que existen dentro de los datos.
Allí es donde la fortaleza de una computadora se ve, dada la capacidad para analizar de manera confiable, eficiente y precisa grandes volúmenes de datos sin fatiga.
Pero la computadora no comprende la estrategia y solo se limita a una tarea específica, que ejecuta de manera correcta de acuerdo a su programación.
Su capacidad para aprender y proporcionar conocimientos tiene un alcance todavía limitado y requiere que nosotros tomemos estos conocimientos y determinemos qué papel desempeñarán en nuestra estrategia para lograr los objetivos y alcanzar el éxito futuro.
Por todo esto, cualquier proyecto de incorporación de IA debe comenzar con un liderazgo fuerte, una visión clara, muy buena información, un análisis de riesgos, un extremo cuidado de nuestra gente, y, por sobre todas las cosas, los pies bien sobre la tierra, para no entrar en delirios futuristas irrealizables.
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