Recientemente estuve hablando con alguien muy especial.
Realmente fue muy refrescante hablar con alguien con tanta pasión y satisfacción personal, alguien que me decía que el negocio que estaba llevando adelante, no era el más rentable del mundo, pero hasta el momento le brindaba más placer y satisfacción personal que cualquier otra cosa.
Esa noche, cuando me fui a acostar, me quedé pensando y no pude evitar sentirme bien por esta persona y su particular forma de ver la vida y su negocio.
Tampoco pude evitar pensar en cómo los verdaderos líderes ayudan a sus compañeros de equipo a encontrar esa pasión en sus profesiones y carreras que los haga disfrutar más de su trabajo.
No creo ser el mejor líder, pero siempre fue mi meta ser uno bueno y trabajé en ello, y sé que lo primero que uno debe hacer para lograrlo es interesarse en las personas, sus metas, sus pasiones, y sus intereses.
Para ello, hay que tomarse el tiempo de escuchar lo que las personas tienen para decir, porque con demasiada frecuencia tenemos tanta prisa que simplemente ignoramos a los que nos rodean.
Si te preocupas lo suficiente como para involucrarte y apoyar a las personas haciéndoles saber que sus pasiones son importantes y que lo que hacen tiene un gran valor, estarás generando un poder transformador increíble.
La conexión y la pasión profundamente arraigadas en el hacer, provienen de amar lo que uno hace, porque no siempre es posible hacer lo que amamos.
Y como bono extra, el apoyo que brindamos a los demás a menudo se transfiere a la siguiente persona en la cadena, porque estar cerca de personas apasionadas suele ser contagioso.
Sin embargo, el requisito más crítico y que no podemos obviar es que nosotros mismos debemos trabajar con pasión.
El problema es que no siempre es posible inyectar en alguien el mismo nivel de pasión que uno tiene y/o que el puesto necesita, si ya no trae algo consigo.
Por la misma razón, tampoco sirve descubrir esas pasiones si no están alineadas con los valores y visión de la organización, por lo que se debe contar con una conciencia clara de esto en la adquisición de talentos.
También está el tema del dinero, que nunca es una medida de felicidad, porque hacer lo que amas no tiene precio, pero si nuestros compañeros de equipo están en su profesión principalmente debido a los beneficios económicos que la profesión les ofrece, es muy probable que no estén haciendo lo que aman.
Muchas personas asocian el éxito a la casa que puedan comprar, el automóvil nuevo, las vacaciones exóticas, y otras cosas materiales, y realmente esto no sería un problema si no fuera porque también son proclives a venderse al mejor postor y abandonar el barco ante una mejor oferta.
Teniendo en cuenta todo esto, he aquí un buen plan:
Selecciona tus nuevos colaboradores indagando también en lo que aman hacer.
De los que ya están en la organización, es fundamental que descubras lo que aman. Por ejemplo, si tienes a alguien a quien le encanta negociar, ponlo en todas las negociaciones que puedas. Si tienes a alguien a quien le encanta investigar en los números para desenterrar lo que no es tan obvio, dale un trabajo ligado a auditorías o inteligencia de negocios.
Encuentra una manera de medirlo. Los éxitos pueden medirse y convertirse en objetivos personales, no solo objetivos corporativos. Hazlos personalizados.
La lucha será que, en última instancia, el amor por lo que hacen que has generado, pueda competir con sus objetivos de hacer lo que aman.
Por otro lado, la buena noticia es que, si encuentras su amor y alimentas su pasión, o generas el amor suficiente por lo que hacen, esto muchas veces superará el impulso de pugnar por bienes materiales superfluos.
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