(Pero por razones y motivaciones diferentes de las más conocidas)
Todos hemos leído mucho sobre la difícil tarea de emprender y su correlato en la más difícil vida del emprendedor.
Largas horas de trabajo, estrés, dificultades económicas, miedos, falta de medios, múltiples responsabilidades y otras muchas razones esgrimidas constantemente en notas y artículos en diferentes medios.
Sin embargo, hay muchos emprendedores, y cada día surgen más.
Las razones de emprender son diversas. Puede ser como alternativa por haber sido despedidos, por tener una idea que consideran que puede transformarse en un buen negocio, por tener un oficio lucrativo que pueden desarrollar en forma autónoma, por buscar algún medio de ingresos extras, y otras tantas razones por el estilo.
Pero quiero hablar de algo que es un poco diferente, y que reconozco que no pasa de ser una apreciación personal basada en mi propia experiencia, y que no tiene la intención de ser un modelo ni requiere que sea tomada o aceptada.
Hay un par de cosas que pasaron en mi carrera que me marcaron el rumbo de emprender y no tienen que ver con lo expuesto antes, sino con algo más relacionado con mis valores o creencias, sin que esto implique que sean mejores que otros o buenos por si mismos.
Así que aquí va, a modo de confesión.
Siempre fui algo rebelde, pero, en especial, nunca pude seguir órdenes o reglas que fueran en contra de mis valores, ni tampoco accionar sin ser transparente.
Esto me ha traído problemas con algunos jefes, no con todos, por suerte, pero algunas situaciones me marcaron mucho y encontré en el emprendimiento la forma de liberarme.
La falta de posibilidad de crecer, también fue una razón, pero creo que tiene que ver con lo mismo, ya que no podía crecer porque mi pensamiento o mi forma de ser no coincidían con la de mi superior, y no podía aceptar frases como “porque yo lo digo” o "es una orden", ni la falta de respeto o la falta de argumentos en una discusión.
Tampoco podía vivir con órdenes que iban contra lo que yo consideraba ético, o contra las buenas formas de hacer las cosas, a punto tal de ser continuamente tildado de rebelde.
Ejemplos podría dar muchos, pero con un par, como pedirme llevarle dinero a un cliente para ganar una licitación, o decidir despedir a alguien por feo, lindo o diferente sin argumentos válidos, creo que alcanza.
Sé que algunos considerarán esto normal y como una moneda corriente en los negocios, y no los critico ni los juzgo, porque, como planteé antes, es mi forma personal y particular de ver, no es una comparación y no tiene por qué ser aceptada o validada.
En mi caso, realmente el emprender me dio la libertad de ser yo mismo, de hacer en función de mis valores, de seguir lo que dicta mi conciencia, y de crear una empresa con estos principios, que lleva más de un cuarto de siglo operando.
Por supuesto que en la historia de la empresa hemos tenido muchos altibajos, quedado fuera de algunos negocios, y no hemos accedido a ciertas prebendas por ser como somos, pero, cuando uno emprende, le pone su impronta a su emprendimiento, y fue mi decisión como fundador que esto fuera así, y que lo siga siendo.
Los inicios fueron bastante duros, pero fuimos creciendo y siendo recomendados por nuestros clientes a otros que pasaron a ser nuestros clientes, por lo que, de a poco, mi trabajo fue mutando de lo meramente operativo a lo estratégico.
Mi tarea ahora pasa por formar y nutrir a mis equipos con personas que piensen diferente, pero que coincidan con los valores fundacionales, y darles libertad de acción, pero dentro del delicado y angosto camino de los principios.
Siempre busqué rebeldes para mi empresa, gente que continuamente esté bombardeando el status quo, pero que lo haga en un marco ético y con argumentos sólidos, teniendo la total libertad de contradecirme para hacerme pensar y cambiar de idea.
Como decía al principio, emprender es arduo y difícil, y fácil es rendirse, pero la libertad de no perder ni dejar de lado los principios, no tiene precio, aunque tiene un costo en la medida que emprender deja de ser un trabajo solitario.
En conclusión, según mi visión del tema, además de los problemas mencionados al inicio, un emprendedor debiera actuar en forma coherente con sus valores, no debiera perder la identidad en función de los posibles negocios y rodearse de gente que comparta esto.
Un camino nada fácil, pero si lo logran, les juro que se disfruta mucho.
¿Nos cuentas como es tu caso?
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