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El día que nuestra empresa dejó de ser una cárcel y se convirtió en un juego


innovación, trabajo como juego, performance

Había una vez una empresa como cualquier otra.


Las reuniones se alargaban sin fin, los correos se acumulaban como las hojas en otoño, y la gente cumplía horarios, pero no soñaba con los proyectos.


Hasta que un día, el gerente de operaciones, un tipo que jugaba al ajedrez en sus descansos, tuvo una idea loca: "¿Y si tratamos esto como un juego?".

Fue cuando nos llamó para ayudarlo.


Al principio todos nos miraban como si hubiéramos perdido la cabeza.

Pero dos meses después, ocurrió el milagro: la productividad subió un 40%, la rotación de personal bajó a cero, y lo más raro de todo (aunque esperable en estos procesos), la gente empezó a quedarse después de hora... porque querían. 


Esta no es una fábula.

Es lo que pasa cuando entendemos el secreto que Mihaly Csikszentmihalyi (vamos a llamarlo por su nombre por razones entendibles) descubrió estudiando a artistas y atletas:

"Las personas no son más productivas cuando las obligas, sino cuando las cuidas". 

 

El experimento que cambió todo 

Todo comenzó con una simple pregunta en la sala de descanso: "¿Qué fue lo mejor que hiciste esta semana?"

Las respuestas sorprendieron: 

  • "Cuando resolví ese problema del cliente que nadie más pudo" 

  • "El diseño que hice para el nuevo producto" 

  • "Esa idea tonta que me permitieron desarrollar como proyecto y terminó ahorrándonos horas de trabajo" 


¿Notan el patrón?

Nadie mencionó sueldo, bonos o premios.

Todos hablaban de momentos donde se habían sentido en su elemento.


Son los momentos de lo que Mihaly llama FLOW, es decir, cuando el desafío está a la altura de tus habilidades, y el trabajo deja de ser trabajo para convertirse en flujo. 


Las reglas del juego 

Así nació "Operación Flujo", con tres reglas simples: 

  1. Cada proyecto es una misión (con nombre épico (esto gusta mucho) y objetivos claros) 

  2. Los errores son vidas extra (pero se debe aprender, no se castigan) 

  3. El progreso es visible (en un tablero gigante mostrábamos avances como niveles superados) 


El cambio fue gradual pero imparable.


La diseñadora que antes solo "hacía slides" ahora lideraba "Misión Branding".

El técnico que solía quejarse de los clientes se convirtió en el "Solution Master".

Hasta el contador (sí, aunque no lo crean, el contador, que suelen ser los huesos más duros de roer) empezó a trabajar en la automatización de procesos "porque era como armar rompecabezas". 


El villano inesperado 

Pero no todo fue color de rosa (casi nunca lo es).


Cuando la iniciativa empezó a dar frutos, apareció el enemigo más peligroso: el miedo de la dirección a perder el control. 

·         "¿Y si se pasan de creativos?" 

·         "¿Cómo medimos el ROI de la felicidad de la gente?" 

·         "Esto funciona en startups, pero nosotros somos serios" 


Fue entonces cuando les recordamos las palabras de Mihaly:

"Cuando jugamos, somos más serios que cuando trabajamos, porque elegimos estar ahí". 

El secreto que descubrieron 

Un año después, estos fueron sus aprendizajes: 

  • El aburrimiento es más peligroso que el error (la gente dejaba la empresa por falta de desafíos, no por salario) 

  • Los indicadores deben inspirar, no vigilar (cuando cambiamos "horas trabajadas" por "problemas resueltos", la magia ocurrió) 

  • La mejor retroalimentación viene de los pares (implementamos un sistema de "medallas" donde los colegas reconocían los logros)


Y, lo mejor de todo, es que esto pasaba mientras el personal se sentía orgulloso de su empresa y de su trabajo allí.


5 preguntas para ver si tu empresa está preparada para esto

  1. Si tu equipo viniera solo por el sueldo, ¿cuántos se quedarían mañana? 

  2. ¿Qué porcentaje del tiempo tu gente está en "flujo" versus en reuniones burocráticas? 

  3. Cuando alguien falla, ¿es un drama completo o solo una escena en su historia de crecimiento? 

  4. ¿Tus métricas miden cumplimiento o coraje creativo? 

  5. ¿Pides voluntarios para llevar adelante un proyecto? Y, si lo haces, ¿tu gente se propone o debes terminar tu asignando tareas?


Epílogo 

Hoy, esa empresa sigue jugando.


No son perfectos (a veces el monstruo de la burocracia asoma la cabeza) pero aprendieron que, como dijo el filósofo Bernard Suits:

"Jugar es la búsqueda voluntaria de obstáculos innecesarios". 

Y al final, ¿no es eso lo más humano que hay?

Buscar desafíos no porque debamos, sino porque queremos. 


Para terminar y no aburrirte más ¿Estás listo para convertir tu oficina en el mejor juego al que tus colaboradores hayan jugado?


El primer movimiento es tuyo, y, si quieres, te ayudamos con las reglas.



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