El desarrollo personal es una de esas cosas que suena fácil, pero cuando te toca enfrentarlo en la vida real, te das cuenta de que tiene más capas que una cebolla.
Desde la forma en que te presentas, hasta cómo manejas situaciones incómodas, todo es parte de ese eterno proceso de crecimiento.
Ahora bien, si hay algo que puede acelerar o frenar tu desarrollo, es la primera impresión.
Como dicen por ahí:
"No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión"
Y la verdad, tiene todo el sentido.
En este artículo vamos a explorar cómo aplicar ese principio cuando nos enfrentamos a una de las situaciones más críticas de la vida adulta: una entrevista de trabajo.
Además, veremos cómo algunos de estos consejos aplican también a otras áreas de nuestro desarrollo personal.
Así que ponte cómodo, porque esto va más allá de qué tipo de corbata elegir o si deberías usar maquillaje en tonos neutros.
El look importa, pero no lo es todo
Empecemos por lo básico: cómo te ves.
A muchos nos han dicho que no deberíamos juzgar un libro por su portada, pero, aceptémoslo, todos lo hacemos.
Y en una entrevista de trabajo, esa portada eres tú.
Desde tu ropa hasta la forma en que caminas y saludas, todo está enviando mensajes.
No se trata de vestirte como si fueras a la entrega de los Oscars, pero sí de mostrar que te importa el puesto y que te tomas en serio la oportunidad.
Un look profesional o, al menos, pulcro y bien cuidado, puede decirle al entrevistador más sobre tu actitud de lo que crees.
Y ojo, que tampoco estamos diciendo que te pongas el traje más caro o que te maquilles como si fueras a un desfile de moda; la clave está en el equilibrio. ¿Demasiado informal? Parecerás despreocupado. ¿Demasiado formal? Te verás como alguien que no encaja en el ambiente de trabajo.
En cuanto a la ropa, cada industria tiene sus propios códigos.
Si te estás postulando para una startup creativa, quizás un look más relajado funcione.
En cambio, si es una empresa de finanzas, tal vez te convenga no dejar los calcetines de colores extravagantes para ese día.
En resumen, elige algo que te haga sentir cómodo pero que también esté alineado con la cultura de la empresa.
La actitud lo es todo
De nada sirve lucir impecable si no sabes cómo manejar tu actitud durante la entrevista.
La clave aquí es transmitir seguridad sin parecer arrogante.
Cuando llegues, una sonrisa y un apretón de manos firme pueden marcar el tono de toda la conversación.
Recuerda, la primera impresión no es solo visual, también es verbal.
Aquí entra en juego otro factor importante: el lenguaje corporal.
Sentarte derecho, mantener contacto visual y evitar movimientos nerviosos como jugar con un bolígrafo o tocarte el pelo, son pequeños detalles que hacen que te veas más confiado.
Y no te olvides de hablar con claridad y calma, porque, como dicen,
"la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha".
¿Un consejo infalible?
Llega antes.
No a tiempo, antes.
Unos 15 minutos te darán margen para respirar profundo, tranquilizarte y prepararte mentalmente.
Y evita ir acompañado, a menos que quieras que el entrevistador piense que aún necesitas a tu mamá para cruzar la calle.
La importancia de hacer los deberes
Ahora, si realmente quieres destacar, no te limites a parecer interesado; demuestra que lo estás.
Investigar sobre la empresa antes de la entrevista es crucial.
No solo te ayudará a decidir si realmente quieres trabajar ahí, sino que también te dará material para hacer preguntas inteligentes y mostrar interés genuino.
Investigar te permite entender mejor el tipo de cultura que tienen, qué desafíos enfrentan y cómo podrías contribuir a ellos.
¿Te imaginas lo bien que quedarás si, en lugar de decir lo obvio sobre tus habilidades, haces una observación sobre cómo podrías ayudar a resolver un problema que están enfrentando?
Ahí estarás mostrando iniciativa, interés y que estás pensando más allá de ti mismo.
Otro tema, hablar mal de tu empleador anterior o usar un lenguaje inapropiado no va a jugar a tu favor.
Es como si, en lugar de mostrar que estás enfocado en crecer, estuvieras atrapado en una nube de negatividad.
Al final, lo que estás proyectando es tu capacidad de adaptación y cómo manejas las adversidades.
La experiencia también cuenta... incluso si no es laboral
Muchos creen que, si no han tenido un trabajo formal antes, no tienen nada que ofrecer en una entrevista.
Pero nada más lejos de la realidad.
¿Acaso tu tiempo en la universidad o las tareas que hiciste en casa no cuentan como experiencias?
¡Claro que sí!
Si cuidaste niños, hiciste trabajo voluntario o te encargaste de tareas domésticas, todo eso puede hablar de tu responsabilidad, habilidades de organización y trabajo en equipo.
No subestimes esas pequeñas experiencias porque son las que empiezan a construir el profesional en el que te convertirás.
De hecho, lo que realmente importa no es tanto lo que hiciste, sino cómo lo hiciste.
Mostrar que eres proactivo, que tienes una buena ética de trabajo y que estás dispuesto a aprender es mucho más valioso que haber tenido el título más rimbombante.
Mantén una buena actitud, siempre
La entrevista no es solo una evaluación de tus habilidades técnicas; también es una evaluación de tu actitud.
¿Eres alguien con quien querrían trabajar a diario?
Aunque el entrevistador pueda parecer un poco escéptico o distante, no dejes que eso te afecte.
Mantén una actitud positiva, porque nunca sabes qué está evaluando realmente.
Un buen cierre es tan importante como una buena apertura.
Agradece al entrevistador por su tiempo, despídete con una sonrisa y asegúrate de que lo último que recuerden de ti sea esa actitud optimista y confiada, porque, al final del día, cuando comparen a todos los candidatos, tu buena actitud puede ser lo que te diferencie.
Consejos prácticos para tu desarrollo personal
Sé auténtico:
No intentes ser alguien que no eres, porque tarde o temprano se nota.
Encuentra la mejor versión de ti y preséntala con seguridad.
Cuida tu lenguaje corporal:
A veces, un gesto dice más que mil palabras.
Mantén una postura correcta, haz contacto visual y muéstrate seguro, pero relajado.
Investiga siempre:
No solo sobre la empresa donde quieres trabajar, sino también sobre ti mismo.
Conoce tus fortalezas y debilidades para poder hablar de ellas con naturalidad.
No subestimes tus experiencias previas:
Todo lo que has hecho cuenta para algo.
Usa esas experiencias para demostrar tu responsabilidad, organización y disposición para aprender.
Mantén una actitud positiva:
La gente quiere trabajar con personas que aporten buena energía, no con quienes ven problemas en todas partes.
Cierre
Como dijo una vez Henry Ford:
“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto”.
En el desarrollo personal, las creencias que tienes sobre ti mismo y la actitud con la que enfrentas los desafíos son tan importantes como tus habilidades técnicas.
Creer en tu capacidad para aprender, crecer y mejorar es el primer paso para lograr cualquier cosa, ya sea impresionar en una entrevista o superar los obstáculos que se te presenten en el camino.
Al final del día, el desarrollo personal es una aventura constante.
No es solo sobre cómo empiezas, sino sobre cómo continúas y te adaptas.
¡Así que sigue adelante, porque el mejor tú aún está por llegar!
Preguntas
Aquí tienes 5 preguntas de autoevaluación para que te examines en el tema de desarrollo personal
¿Te sientes seguro de ti mismo cuando enfrentas un nuevo desafío?
¿Tomas la iniciativa para aprender cosas nuevas por tu cuenta?
¿Eres capaz de mantener una actitud positiva ante situaciones difíciles?
¿Te resulta fácil aceptar y aplicar retroalimentación constructiva?
¿Te preocupas por mantener una imagen profesional en situaciones formales?
Si una o más respuestas fueron negativas, hay trabajo que hacer y somos los candidatos ideales para ayudarte a hacerlo.
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