Independientemente de nuestro papel en la vida, todos estamos interesados en obtener información de aquellos que ya han logrado lo que estamos tratando de hacer.
Como siempre fui muy curioso, preguntaba a la gente que yo creía que sabía, cómo hacer las cosas, pero, debido a los resultados obtenidos con esto, aprendí a dejar de preguntarlo.
El problema con esta pregunta es que la mayoría de las personas es inherentemente útil y voluntariosa, y trata de responder incluso si no siempre sabe la respuesta correcta.
Eso fue lo que me hizo cambiar la pregunta por una más útil, que me ha servido para aprender mucho más…
¿Conoces a alguien que ha hecho esto?
Este es uno de los aprendizajes más importantes de mi vida, y tiene que ver con el aprender por hacer.
El que hizo algo, con seguridad pasó por un camino de errores y aciertos y aprendió de cada uno, solidificando cada escalón para llegar al próximo.
Y esto no implica que la teoría no es buena o necesaria, pero muy rara vez supera a la experiencia.
Por supuesto que, cuando uno encuentra a alguien que hizo algo, haya o no y tenido éxito, puede aprovecharse de esto, aprendiendo de lo que hizo bien, pero también de los errores para tratar de no cometerlos y quizás llegar más rápido al objetivo.
Sinceramente, creo que no nos alcanzaría la vida para cometer todos los errores necesarios para llegar a la perfección partiendo de cero, por lo que aprender de los errores ajenos es una medida práctica y muy útil.
Pero hay que tener cuidado con el tema de aprender de los que hicieron, porque muchas veces lo que vemos no es aplicable directamente, y otras puedo confundir el objetivo.
Yo puedo estudiar minuciosamente lo que hicieron Bill Gates o Steve Jobs, para nombrar algunos de los personajes considerados exitosos, pero me sería imposible reproducirlo, porque mis condiciones de entorno son muy diferentes, al igual que mis capacidades.
Puedo aprovechar sus experiencias en el método, en los procesos, en el cómo, pero difícilmente lo pueda hacer sin mis propios ajustes, y ni hablar del factor que podemos llamar “suerte”, o mejor, estar en el momento y lugar preciso para que mis habilidades me sean propicias.
Para explicarme mejor, les cuento mi propia experiencia, en esto de aprender de otros:
Aprendí de mi madre lo que debía hacer con mis hijos, aunque diferimos en las formas porque entendí que algunas cosas no resultaron y eso me hizo hacer ajustes.
Aprendí de mi padre que nunca es tarde para iniciar algo, en aplicarle pasión a los emprendimientos, aunque nunca coincidimos en la elección de los objetivos, ni en la forma de llevarlos adelante.
Aprendí de algunos de mis jefes lo que debía hacer, y lo que no, con la gente que dependía de mí, porque observé atentamente sus acciones y lo resultante de las mismas.
Aprendí mucho de algunos mentores que metían las manos en la masa cuando era necesario porque sabían lo que debía hacerse por haberlo hecho infinidad de veces, a sabiendas que solo tendría su habilidad después de haber fallado yo mismo en varios intentos.
Aprendí de mí mismo, tomándome como sujeto de estudio del pasado, viendo lo que había logrado y lo que no, encontrando muchos fallos de distinta magnitud, permitiendo configurar mis acciones para no repetirlos.
Aprendí mucho, pero siempre de algo hecho, tratando de reproducir lo bueno cuando las cosas salieron bien y evitando lo malo cuando se hicieron mal.
Y tú ¿de quién aprendiste?
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