Los buenos líderes se caracterizan por su buena conexión con los demás y por aprovechar sus propias fortalezas. Pero ¿qué pasa con las limitaciones?
¿No deberían los buenos líderes identificar y respetar los límites de sus propias competencias?
Y no estoy hablando de debilidades, como no manejar bien la computadora o no ser proclives a los viajes extensos por respetar los tiempos de su familia, los límites a los que me refiero son reconocer que incluso los líderes más curtidos y con más experiencia son incapaces de hacer absolutamente todo.
Creerse omnipotentes puede tener un costo muy alto para las organizaciones donde ellos actúan, para sus carreras y para su éxito profesional.
El error más común en estos casos es la pérdida de foco.
Los buenos líderes pueden tener muchas habilidades, experiencia y opciones funcionales, y pueden desempeñar adecuadamente muchas de las tareas que supervisan, pero esto no significa que deban hacerlo.
Como reza el dicho, “el que mucho abarca poco aprieta” y algunos líderes quieren tener todo bajo su manejo y no dejar nada sin su toque personal, pero tan enorme tarea significa que demasiadas cosas quedarán sin control, con la falsa convicción de tenerlas contempladas.
Muchas veces, querer estar en todos los detalles y todos los procesos, hace que estos líderes descuiden su tarea fundamental que es coordinar, delegar efectivamente y hacer que otros hagan su tarea de la mejor manera posible siendo un facilitador.
Demasiadas veces la arrogancia en los líderes hace estragos en las empresas y usualmente, cuando sale esto a la luz, ya es tarde y los problemas ya están instalados y los errores posibles cometidos.
Cuando en el entorno donde actúan los límites de cada uno no se etiquetan como debilidad ni como fracaso, sino como el mecanismo por el cual son más conscientes de si mismos y de su capacidad, el heroísmo y la arrogancia disminuyen, y las fortalezas se potencian.
La humildad en este caso es el componente clave que debemos buscar en los líderes.
Es lo que hace que acepten que son humanos con capacidades limitadas y que su fortaleza no está en hacer todo por ellos mismos sino sacar lo mejor de otros, coordinar sus esfuerzos y hacer aflorar las potencialidades de cada uno de los miembros de sus equipos para conseguir el éxito
El único problema de esto es que la humildad, difícilmente se aprende, salvo por los fuertes golpes que puede dar la vida en las organizaciones, y este aprendizaje sólo sucederá siempre y cuando se tenga la habilidad de utilizar los errores para hacerlo, y la organización tenga la practica de no castigar los mismos.