Muchas veces no hacemos algunas cosas por el riesgo que implican, y esto sucede en nuestra vida personal o laboral, y también en las decisiones empresarias.
Y el tema es que hay riesgos y riesgos.
Lo que uno debiera hacer es trabajar en ellos para separar la paja del trigo y ver hasta qué punto un riesgo es algo manejable o realmente algo bloqueante.
Un riesgo siempre tiene que ver con la posibilidad de una pérdida, por lo tanto, si es algo que se puede perder, podemos valorizarlo y de allí en más decidir.
En lo personal, hay riesgos que pueden llevarse nuestra vida o la de otros, como manejar alcoholizados, hacer deportes extremos sin preparación, o simplemente no tomar las precauciones con el gas o la electricidad en nuestra casa evitando poner detectores o disyuntores. En estos uno no puede hacer concesiones, previene y no los toma.
Otros en cambio pueden generar solo pérdidas monetarias como no tomar un seguro del auto o hacer inversiones con una alta ganancia, pero también con una alta posibilidad de pérdida, y en estos lo que podemos hacer es valorizar las posibilidades.
Yo diría que los riesgos de vida no son negociables, pero los otros se pueden manejar previniendo o asumiendo la posibilidad de perder, y esto depende de cuán afectos al riesgo seamos.
En las empresas pasa lo mismo.
Quizás la vida no es de personas sino de la empresa misma, aunque a veces, algunas decisiones sobre temas de seguridad física puedan conllevar pérdida de vidas humanas y esto último considero que tampoco es negociable.
Cuando hablamos de la gestión en las empresas, muchas veces hablamos de proyectos, y en estos, al no ser la operación diaria y conocida y generar cosas que no existían hasta el momento, con equipos armados para ese propósito y en tiempos limitados, los riesgos se multiplican.
En mi trabajo muchas veces me encuentro analizando proyectos en los cuales no se tomaron recaudos sobre los riesgos, ya sea por desconocimiento de cómo manejarlos, por ser menores en impacto o por la baja probabilidad que tienen de ocurrencia. Craso error.
Los riesgos deben ser tomados en su totalidad, y la forma de hacerlo es valorizarlos y sumarlos a los costos de proyecto, a una cuenta de previsión.
La manera más usada es multiplicar el impacto en dinero de cada uno, por su probabilidad de ocurrencia y generar con esto un fondo para riesgos.
Si la probabilidad es baja, sumará poco dinero y por lo tanto muchas veces no se tiene en cuenta, pero aquí está el tema, muchas cosas de poca probabilidad y poco dinero sumadas, hacen un número que puede ser interesante.
Quizás, amerite tomar, si se puede, más acciones de previsión o contingencia, o suspender el proyecto porque el agregado de estos costos impacta directamente en el análisis de rentabilidad y en el retorno de la inversión.
Y aquí no importa que tan afectos al riesgo somos nosotros, importa quién toma la decisión sobre el uso del dinero, y normalmente no es el gestor de proyectos sino la dirección o los dueños de la empresa.
Tengo una anécdota personal que ya conté otras veces, pero viene al caso:
Un cliente nos contrató una auditoría de un proyecto para su cliente, que se había pasado mucho en costos y tiempos y había sufrido muchos cambios.
Nos sentamos a revisar el proyecto y lo primero que vimos fue que no había riesgos contemplados y le preguntamos entonces al Project Manager a cargo qué había pasado.
Su respuesta nos dio todas las claves “Si ponía todos los riesgos en los costos, el proyecto no se hacía”.
Los resultados estaban a la vista, pérdida para mi cliente, incumplimiento de contrato y una total insatisfacción de todas las partes involucradas.
No hay manera de llevar un proyecto a buen puerto sin tener una buena gestión de riesgos. Ninguna.
Así que, si leíste hasta aquí… ¿Cómo estás manejando los riesgos en tus proyectos hoy?