En mis años de trabajo, he escuchado muchas veces a muchas personas hablar bien de si mismas y considerarse influyentes y con excelente trato personal.
Algunas realmente lo eran, aunque el hecho de alabarse a si mismos les quitaba algo de mérito.
Otros en cambio, distaban mucho de serlo y confundían con pleitesía el miedo por su posición o jerarquía que llevaba a los demás al silencio o a la aprobación sin chistar de lo que ellos decían.
También estaban los otros, aquellos a los que la construcción que había hecho su ego alrededor de si mismos les impedía ver la realidad, o simplemente no tenerla en cuenta porque menospreciaban cualquier cosa que no fuera su propio criterio.
Para los que todavía no tenemos claro cómo somos en esto o trabajamos para ser mejores, hay algunas cosas que tenemos que tener en consideración y actuar en concordancia para relacionarnos con los demás:
Sé consciente de tu efecto en los demás
Para muchos, la comunicación es una batalla que tienen que ganar y las palabras son sus principales armas de guerra, por lo que a menudo las usan para atacar y criticar a otros y esto genera heridas profundas que dejan cicatrices.
Un verdadero comunicador sabe qué efecto tienen sus palabras en los demás y las ajusta en consecuencia.
No asumas que has sido comprendido
Una palabra incorrecta, otra palabra que podía tener más de un significado o un significado que se pasó por alto, todas cosas que se suman para distorsionar tu mensaje y que sea mal recibido.
Solo pidiendo feedback y asegurando que el mensaje recibido era el deseado podremos estar casi seguros que comunicamos bien.
Sé amable
No importa lo que digas o cómo lo digas, tu comunicación normalmente revelará tus verdaderos pensamientos y actitudes.
En tu carácter de comunicador, puedes hacerlo desde el punto de vista del amor o desde el miedo.
Si tu comunicación está cargada de sarcasmo, culpa, amenaza, enojo, ansiedad, preocupación y control, esencialmente estarás comunicando miedo, mientras que, si está llena de respeto, aprecio, aprobación, alegría, deleite y valoración, esencialmente estás comunicando amor y hay una forma de asegurar esto último: siempre ser amable.
Enfatiza lo positivo
En cualquier situación en la que tengas que comunicar, comienza con lo positivo.
Si es sobre un hecho, trata de empezar por lo bueno que trae o las ventajas que genera, si es de una persona, pon el foco primero en lo que hizo bien o fue de valor.
Independientemente de qué tan malo sea lo que hay que comunicar, el hacerlo de esta forma hace que lo malo que viene después no caiga tan pesado, o que la crítica necesaria no lastime tanto y genere acción para corregir en lugar de desánimo.
Sabe cuándo callarte
Muchas personas asisten a reuniones de trabajo con la única intención de hablar para hacerse ver y sentirse importantes, incluso si no es relevante lo que tienen para decir.
Como resultado, muchas reuniones generan pérdida de tiempo y son improductivas.
Los mejores comunicadores son aquellos que están lo suficientemente seguros como para admitir que tienen poco que decir o poco que agregar y no sienten la necesidad de figurar.
No generes ni te sumes a los chismes
El chisme es una forma particularmente perniciosa de comunicación, y no tiene otro propósito real que no sea hacernos sentir mejor a costa de los demás.
Si trabajas con otros a los que les gustan los chismes, simplemente no respondas, no te dejes enganchar y nunca lo hagas tú mismo.
No interrumpas
Probablemente te habrás dado cuenta que, cuando dos personas hablan, muchas veces, en lugar de que haya una suma de ideas construyendo una encima de la otra, hablan una sobre la otra interrumpiéndose.
Es raro ver a las personas escuchando atentamente y sin meter baza hasta que la otra persona ha dejado de hablar, y más raro aún escuchar a las personas que piden aclaraciones y ayuda con la comprensión, que parafrasean para entender o que asienten cuando lo hacen.
El secreto del verdadero experto en comunicaciones está en la escucha activa, cuyas bases son las mencionadas.
Conclusión
Si quieres ser un buen comunicador, no olvides cuán importante es el otro, por lo cual, practica la escucha activa, escucha mucho y habla solo lo necesario, no compitas para ver quién habla más o mejor, y habla a los demás como te gustaría que te hablen.
Nada muy difícil, si en realidad te importa el otro…