Imagino que muchos, al leer el título, pensaron que este artículo era en contra de la agilidad. Pues bien, se equivocaron.
Muchas veces, hay que avanzar, pero no conocemos bien el camino, no tenemos la suficiente información, y estamos sin red (como algunos intrépidos trapecistas) …
¿Qué hacemos en esos casos? ¿Paralizamos todo hasta tener todo lo necesario?
Bueno, si la empresa tiene una cultura tradicional, la respuesta sería afirmativa, pero las empresas ágiles tienen otros paradigmas.
Desde el “Aprender por hacer” de Toyota, hasta el concepto del “Hombre de paja” utilizado en muchas empresas y organismos americanos, estas son prácticas por las que la agilidad ha volteado trabas en el avance, aún a costa de los posibles errores, y aprendiendo de ellos para la próxima.
En estos tiempos de cambios constantes, la situación de no tener todo lo necesario es la más habitual. Nos falta información, las decisiones eran para ayer, el reloj siempre corre en contra nuestra y las oportunidades pasan rápido porque hay muchas manos ávidas para tomarlas.
Con esto, quedarse parado esperando lo ideal es condenarse al fracaso.
Bien, ¿entonces la idea es decidir hacer algo, salir al ruedo y esperar que salga bien?
Rotundamente no.
La idea es generar algo que, desde el inicio, supongamos que es para tirar, porque servirá para ver si el rumbo es el correcto, y si la idea está encaminada, pero no es un producto final.
El concepto del “Hombre de paja” es eso, es practicar una solución sin apostar más que lo que un test requiere.
El pensar de esta manera, nos posiciona diferente sobre lo que hacemos. No ahondaremos en cosas superficiales, ni daremos vueltas con detalles, sino que iremos directamente al hueso (al punto importante) con lo imprescindible para ver si funciona.
¿Y si no funciona?
Lo tiramos y volvemos a empezar o cambiamos aquello que creemos que fue la razón del no funcionamiento y volvemos a probar. Iteración tras iteración.
El “Aprender por hacer” de Toyota es lo mismo. Se avanza con lo que se sabe, se hace, se prueba si funciona, y si no, se aprende de lo que funcionó mal para no repetirlo, iteración tras iteración.
Entonces, ITERACIÓN es la palabra mágica. Una espiral de mejoras sobre la idea original que nos lleva a un objeto acabado útil, quizás no perfecto, pero si perfectible en nuevas iteraciones.
Sé que muchos no se encontrarán cómodos con la idea.
Muchos crecimos con el paradigma de planificación previa a ultranza, tratando de tener pensado y contemplado todo, lo que siempre llevó mucho tiempo, y muchas veces los resultados no fueron buenos, o llegaron tarde.
Quizás nos parezca que es más costoso esto de hacer algo pensado para desecharlo, pero es la manera de trabajar en entornos de incertidumbre, y quizás, este hombre de paja que nació para arrojarse a la basura, resulte lo suficientemente bueno (o no resulte tan malo) y sea nuestro nuevo espantapájaros.
Y si no, al menos no nos desmotivaremos con el fracaso de la prueba porque la falla era algo esperable.