Repasando lo que vimos en entregas anteriores, algunos de los hábitos de los cuales ya hablamos y que funcionan como lugar común en las personas creativas, son:
No tener miedo a fallar
Esperar lo inesperado
Replantear situaciones
Reconocer las condiciones en que la creatividad aparece
No enamorarse de las ideas
Aguantar hasta el final (no dejarse vencer)
Ir por el gran premio
De todos ellos hemos planteado alguna forma de ejercitarlos, así que, esperando que ya hayan comenzado con las tareas, veremos de analizar un poco algunos de los hábitos que nos faltan.
Usar el juicio positivo
Las nuevas ideas son algo muy delicado, casi como el papel de arroz que algunos recordarán de la serie Kung Fu, cuando el aprendiz debía caminar sobre él sin romperlo.
Estas ideas son pasibles de ser destruidas por un pequeño gesto de desagrado, o un simple bostezo.
Pueden condenarse a muerte por un chiste o ser defenestradas por no encontrarse enmarcadas dentro de las “generales de la ley”.
Una buena idea puede aparecer como algo loca al principio, pero de tomarla como tal, será como decretarle una muerte temprana.
La habilidad de abstenerse de los juicios o críticas es una constante en las personas creativas.
Darle tiempo y lugar al proceso creativo es lo que hace que éste suceda, y por lo tanto, debemos tomar consciencia de esto.
TIP:
Comience a definir un momento del día en el cual, tomará un tema a resolver e intentará tirar ideas de solución al respecto sin importar cuan locas y absurdas le parezcan.
Escríbalas, no elimine nada de la que se le ocurra. No haga otra cosa que plasmarlas como aparecieron.
Al día siguiente, tome la lista, y tenga presente que la premisa, con cada uno de los elementos de la lista, es encontrarle defensa, buenos argumentos sólidos que lo respalden.
Deje decantar esto un día más, y comience su labor como abogado del diablo, atacando cada idea con todos los puntos flojos que le vea.
Repita este proceso de tres pasos varias veces y verá que, cada vez aparecerán más ideas, los argumentos de defensa saldrán más fácilmente, y las pruebas ácidas (argumentos negativos sobre las mismas) serán cada vez menores.
Esto ocurre porque está poniendo en funcionamiento un sistema de relacionamiento nuevo en su cerebro, que estaba acostumbrado a poner barreras en forma continua e inconsciente sobre lo que no era de uso común, culturalmente aceptado, o de relación directa.
Haciendo esto, estamos generando nuevas rutas en nuestras redes neuronales.
Ser optimistas
Generalmente, las personas creativas son optimistas.
Tienen la profunda convicción de que la mayoría, sino todos los problemas, pueden ser resueltos si uno piensa en ellos lo suficiente.
Para un creativo ningún problema representa un desafío insoslayable, y nada es tan grande que no pueda ser abarcado.
Esto no implica en absoluto que no tengan momentos malos o se depriman, pero en ningún momento, un desafío los dejará en el camino o los bloqueará.
TIP:
Si bien ser optimista es un tema de personalidad, hay formas de intentar adoptar una visión optimista más frecuentemente, y tiene que ver con ejercitar la detección de la visión contraria, es decir, la pesimista.
Debemos aprovechar los momentos muertos, es decir, aquellos en los que no tenemos otra cosa que hacer, y pensar en cómo tomamos la última decisión y el por qué la tomamos así.
A partir de allí, podemos pensar cómo hubiera sido una actitud optimista al respecto.
Este análisis retrospectivo va a tener dos resultados: el primero, hacer consciente el momento de la decisión y nuestra actitud en él, el segundo, acercar las opciones optimistas al momento de decisión y comenzar a tenerlas en cuenta antes de adoptar alguna.
Poco a poco podemos forzarnos a analizar las visiones optimistas del problema e ir cambiando nuestro proceder, “arriesgándonos” a adoptarlas.
Estar constantemente insatisfechos
Las personas creativas son muy conscientes de sus insatisfacciones y sus deseos incumplidos.
Esto, lejos de frustrarlos, es utilizado como un impulsor para conseguir eso que falta, como motor y estímulo para realizar sus sueños.
Estar constantemente insatisfechos nos obliga a siempre ir más allá, siempre pensar que hay una mejor solución, siempre romper los límites de la conformidad y del estado de bienestar y salir de nuestra zona de confort.
Este es el tipo de insatisfacción realmente positiva.
No es el típico “no me gusta pero no tengo idea de lo que si me gustaría”, que es netamente negativo, sino que es un “me gusta un poco, pero sé que se puede mejorar”.
Cambia fundamentalmente el concepto del rechazo y bloqueo, a uno de aceptación como plataforma de despegue y apalancamiento para algo mejor.
TIP:
No hay forma de “convertirse” en un eterno insatisfecho, pero si se puede hacer algo de ejercicio para acercarse al hábito.
Este ejercicio pasa por tener una visión crítica de la última decisión tomada o resolución aplicada con el objetivo de encontrar cómo mejorarla.
Es el estadio ideal, porque el problema puede estar resuelto o en vías de hacerlo, por lo cual no tenemos la presión de tener que decidir, y podemos ver las cosas con una perspectiva diferente y analizar incluso pasos que pueden ser dados mejorando lo ya existente.
Continuará…
Este es el tercer artículo de la serie sobre Creatividad y las posibilidades que tenemos de impulsarla en nuestras vidas.
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