Mucha gente que conozco ha tomado como propios algunos hábitos de las personas altamente eficientes, para ver si ellos mismos pueden serlo.
Una de las técnicas más aceptadas y utilizadas por ellos es la confección de una buena lista de cosas para hacer o “To Do list”, que revisan a diario y mantienen actualizada.
Es una buena práctica que mantiene el foco en esas cosas importantes que debemos hacer, y que nos permite administrar los esfuerzos, ordenar la cabeza, y volcar, en un lugar visible, algo que no debe ser obviado u olvidado.
Sin embargo, muchas veces a pesar de hacer esto, las cosas quedan sin terminar, no salen como lo planeamos, o la lista tiene más entradas que salidas, es decir, agregamos más cosas para hacer que las que sacamos por haberlas hecho.
Nuestro tiempo disponible, recurso no renovable por antonomasia, no alcanza para hacer todo y siempre que miramos el inventario sentimos una gran desazón.
Entonces, allí es donde fallamos en el intento de ser lo que procuramos ser, es decir, más eficientes.
¿Por qué?
Bueno, infinidad de veces (para no decir todas), lo que no nos deja ser eficientes es la suma de cosas que no debiéramos hacer, pero que seguimos haciendo.
¿Por qué no confeccionar entonces una lista de estas cosas?
¿Por qué no ser tan cuidadosos con ella como lo somos con la otra?
Quizás, esta lista no esté plagada de elementos tan puntuales y específicos que nos permitan usarla así como está, pero si abarca comportamientos que están presentes en nuestro accionar diario y que hacen que fallemos más de una vez en cumplir nuestros objetivos.
Por supuesto, cada uno generará sus propios ítems, pero propongo algunos, bastante universales, que pueden ayudar a guiarlos en el armado de una buena TO DO NOT LIST (Cosas para no hacer):
Establecer expectativas poco realistas de uno mismo (Nos lleva a dimensionar mal nuestras posibilidades y eso provoca tiempos inciertos en la consecución de tareas)
Ser injustos en la apreciación que tenemos de nuestro trabajo (No por hacerlo nosotros está bien, y si está mal habrá que hacerlo de nuevo y el retrabajo es costo hundido)
Decir a todo que “SI” sin tener en cuenta el impacto en lo emocional, profesional o personal, tanto presente como futuro (Hipotecar nuestro tiempo y esfuerzo limitará nuestra producción)
Negar o dilatar un reconocimiento al trabajo de nuestro equipo (Algo hecho fuera de tiempo pierde fuerza y desmotiva al igual que no reconocerlo, y un equipo en esas condiciones limita la ayuda)
Centrarse solo en los beneficios a corto plazo (El árbol que no nos deja ver el bosque, impactos cruzados que no se ven, objetivos finales que no se cumplen)
Perder de vista el objetivo final de nuestras acciones (Actitud de bombero, acción y reacción, falta de planeamiento de largo plazo)
Dar por sentadas cosas que aún no son reales o seguras (Trabajar con supuestos no válidos o trabajar sin gestión de riesgos, tienen un alto impacto cuando ocurre lo inesperado)
Actuar complacientemente (No tenemos que agradar a todos todo el tiempo, nos quita la posibilidad del “NO”)
Olvidarse de hacer networking o pensar que solo beneficia a los otros (Nos lleva a dejar de compartir o usar como ayuda lo que los otros comparten, aislamiento, falta de soporte)
Criticar el trabajo de los demás (Buscar lo que no funciona para atacar, en lugar de lo que si lo hace para aprovechar, pérdida de tiempo, generación de enemigos)
Matar las ideas de otros (No somos el centro del mundo, ni la inteligencia máxima. Las ideas compartidas nos enriquecen y ahorran tiempo)
No compartir las buenas cosas con nuestra gente (Sean estas un buen momento, una buena noticia o una caja de bombones. Crear un buen clima siempre es favorable)
Olvidarse que uno puede cambiar de trabajo pero no de familia (Uno no es indispensable, salvo para los afectos. Balancear vida y trabajo)
Estresarse
Seguramente encontrarán muchas cosas para agregar, y no solo deben hacerlo, sino también tenerla viva y presente tal como tienen presente la otra, la de las cosas para hacer, porque sin duda, ambas son complementarias.
Eso sí, no esperen sacar cosas de esta lista, porque rara vez estaremos en condiciones de decir “esto no lo hago más”. Quizás lo mejor es ir poniendo una marca por cada vez que lo cumplimos.
Y una cosa más, comparta su lista con su equipo o allegados, verá que siempre surgen nuevas cosas que podrá ir agregando.
“Si dos personas tienen una manzana cada uno y las comparten, ambos tendrán una manzana. Si dos personas tienen una idea cada uno y las comparten, ambos tendrán dos ideas y una infinidad de combinaciones”
Para esto, un buen coach puede ayudar y mucho, así que, si piensa que lo necesita,
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