Cuando mis hijas eran pequeñas, disfrutaba mucho de ver sus caritas sorprendidas cuando el ratón Pérez (o el hada de los dientes para mis amigos americanos), les dejaba dinero a cambio de un diente caído.
Lo mismo ocurría cuando me pedían ir hasta la plaza a buscar pasto para los camellos y lo acomodaban en el balcón del departamento junto con un cuenco con agua para cuando pasaran los reyes magos.
Hermosos mitos que provocaban felicidad para los inocentes que creían en ellos y también en nosotros, como cómplices de una hermosa mentira blanca.
Era una forma de conservar la inocencia, provocar alegría, y muchas veces conseguir objetivos como mantener ordenado el cuarto para que los reyes no se enojen, o irse a dormir temprano, ya que si no, el benemérito ratón no vendría…
Algunos mitos nos dan esa posibilidad, y muchas veces en nuestras organizaciones, creamos los nuestros con la misma finalidad, utilizando pequeñas mentiras blancas.
Comentamos que a la empresa le va mejor de lo que realmente ocurre, descartamos la suerte en algunos buenos negocios y se lo asignamos todo al trabajo y al esfuerzo de algún grupo dentro de la empresa.
Creamos la mística de equipos excelentes a partir de algunos esfuerzos o habilidades sobrevalorados, calificamos el producto de manera excelsa evitando las críticas, y tratamos con esto de provocar alegría y un clima de trabajo agradable, porque sabemos que esto hace que algunas cosas buenas ocurran, con el bien llamado refuerzo positivo.
¿Hay algo malo en esto?
Quizás…
Sabemos cuáles son los beneficios, pero...
¿Sabemos realmente cuales son los riesgos?
En principio pareciera que no hay muchos, pero si vamos un poco más a fondo y nos imaginamos la situación extrema, podemos encontrar algunos peligrosos:
Pérdida de nuestra credibilidad
Suponiendo que hemos actuado de la forma descrita y que se han obtenido los resultados en lo interno, ¿Qué pasa si alguno de los “creyentes” se entera que la verdad es diferente de la comunicada y lo divulga?
La consecuencia directa es la pérdida del valor de nuestra palabra y el radio-pasillo se encarga del resto, viéndose la acción como un hecho casi delictivo, o una manipulación para sacar ventajas.
Resultado: gente enojada y descreída, con una gran desmotivación.
Descrédito del producto
De la misma manera que en el ejemplo anterior pero con nuestro producto, algo que era falsamente alabado pasa a ser defenestrado, o al menos mal visto, y se ponen en duda hasta sus bondades reales.
Se tiene menos cuidado en su confección, fruto del desánimo, y se termina con la profecía auto-cumplida, generando un producto o servicio de menor calidad.
Descreimiento del propio equipo
Otra consecuencia, es que todo lo bueno que pasaba, deja de pasar.
Comienzan a aparecer las culpas y aquellos acusados del mal funcionamiento, se sentirán “utilizados” e inseguros.
La desmotivación se hará presente en muchas acciones, y, por ende, la desmejora del clima laboral será inmediata.
¿Podemos morigerar esto?
Una vez que ocurre algo así, es difícil (aunque no imposible con ayuda), porque como rezan muchos dichos, la confianza se construye lentamente en el tiempo y se destruye en segundos.
Lo aconsejable en todos los casos es tratar con la verdad en todos los aspectos desde el inicio, e híper-comunicar.
Esto nos permite trabajar en las fallas de manera constante, tanto del equipo como del producto o servicio, y tratar que el mito se vuelva realidad consiguiendo que este objetivo sea el norte compartido.
Pero… ¿no hay empresas a las que la creación de mitos le funciona?
Las hay, pero de estar ocurriendo esto, la falta de autocrítica y el falso sentido de excelencia, pueden hacer que, tanto el equipo como el producto, no tiendan a mejorar, que todo continúe como está y que el escenario se estanque en esta situación.
"No hay peor ciego que el que no quiere ver..."
Una cosa más.
Muchos al leer el título, sin avanzar en el texto, habrán pensado que igualaba a los equipos de alta performance junto con los otros en la categoría de “Mitos”.
Quizás si, quizás no, pero eso es parte de otra historia…
Ah… y en cuanto al inicio del relato, la cara de desilusión de mis hijas cuando supieron la verdad por otros y me pidieron confirmación, es un recuerdo doloroso que aún tengo.
Supongo que no querrán experimentarlo en su empresa...
Algunas preguntas para hacerse:
¿Existe el concepto de mejora continua en la empresa? ¿Los errores se castigan o se usan para aprender sin reprimendas?
¿Se esconden los resultados de la empresa, sean estos buenos o malos?
¿Los premios o halagos se dan sobre bases ciertas conocidas por todos?
Si las respuestas que obtuvo no lo satisfacen, seguramente podamos ayudarlo a corregir y mejorar la situación.
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